miércoles, 29 de febrero de 2012

¿Nos inspiramos?


El otro día recibí una llamada proponiéndome algo. Algo era un enlace con mi paraíso, escribir mensualmente en un blog que ha nacido de la mente de gente emprendedora y creativa, ACEPTÉ, con ilusión y ganas.
La idea era aportar a Inspiranex eso que se nos da bien a cada uno, eso que nos hace disfrutar.
El primer artículo ya nació, bajo el marco de Nexdelmuelle, porque desde el muelle será desde donde les escribiré de mis historias (como si estuviera allí)
Besos salados allá donde vaya...



Amanece
Está amaneciendo. En esta singladura estamos amaneciendo lentamente, llenos de ilusión y de ganas. Para mí, que vivo a miles de kilómetros, se siente de otra forma, pero ya me voy acostumbrando, no es dolor ni tristeza, simplemente siento con querencia, querencia a mi Puerto, a la arena azabache de sus playas, a los atardeceres eternos frente a aquel balcón, al mar, a mi muelle, a la cerveza. Querencia de querer estar allí.
Por eso he subtitulado esta sección, “como si estuviera allí” porque es allí donde me gustaría estar hablándoles de todo un poco.

La primera vez que pisé Tenerife fue un dos de octubre y desde hace años regreso ese día y celebro el reencuentro allí, (curiosamente coincide con el cumpleaños de mi sobrino canario, Izan). Les hablo de  un lugar del que estoy enamorada a pesar del tiempo. Y se preguntarán ¿cómo es posible enamorarse de un lugar? Pues miren, igual que nos enamoramos de alguien, llegas a un café, alguien está en la barra, parece que es físicamente interesante, sientes cosquilleo, miras, remiras, te gusta, te acercas o se acerca, habláis, conectáis, os adaptáis, te sientes con el tiempo como si estuvieras contigo mismo. Eso mismo pasa con los espacios, aterrizas, bajas del avión, un olor diferente entra por tus fosas nasales, te atrae, coges la maleta, la guagua y te diriges al hotel, y al ir llegando, sientes mariposas en el estomago.
Seguro que si rascan en su interior encontrarán algún lugar del que vinieron cautivados, una ciudad en la que se sintieron como en casa.  Eso fue lo que me pasó. Y desde entonces…regreso para sentir de nuevo.
Una amiga chicharrera me dijo una vez: “Tu casa está donde dejas tu sombrero”, o en su defecto, el corazón, digo yo.
Y escribí este corto poema:
Te robé
La máxima
Una noche de otoño
Cuando te dije adiós,
“tu casa está donde
Cuelgas tu sombrero”
Y me fui
Buscando una sombrerería
Para poder comprar
Una casa.

Les propongo algo, cierren los ojos, respiren profundamente, dejen que su imaginación vaya a ese rincón donde son plenamente felices, ¿han llegado? Pues disfruten, yo lo estoy haciendo desde el muelle.
Hasta el próximo mes.
 

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