domingo, 31 de agosto de 2014

Eres la sangre...

 (Foto realizada por Ana Pedrero)
Ayer noche 30 de agosto se celebró una Velada Poética en la Plaza de Viriato (Zamora) organizada por los hermanos de paso de Nuestra Madre. 
Fue en mayo cuando recibí la invitación a participar recitando poemas dedicados a esta virgen tan querida en mi tierra de sangre. Acepté con emoción y ganas. Mi primo Luis Felipe me ayudó a elegir poemas y yo decidí escribir uno.
El acto fue precioso y en el periódico digital Zamora News lo pueden leer.
Yo tan solo quiero desde aquí agradecer a mi hermano que pensara en mí, a Alfonso Díez por hacérnoslo tan fácil, a Pedro Hernández Garriga por acompañarnos con el violonchelo tan delicadamente cuando leíamos, a Marina Monterrubio Martín, por crear magía junto a Pedro, con su flauta travesera y amenizarnos los dos los entreactos, a Daniel Pérez por esos poemas tan hermosos, a Vicente Diez por esa intensidad al recitar que devoraba el alma, a Ana Pedrero por sus poesías y sobre todo por la sorpresa de esas "Quince Rosas", a Luis Jaramillo por ese hilo de voz que comunica y conecta, y a mi compañero de duelo, Antonio Crespo, un artista maravilloso con el que me sentí muy arropada.

Aqui os dejo el video del poema que escribí, grabado por mi amiga de la infancia Belén García, y la transcripción del mismo.


Eres la sangre

Viernes Santo

A la hora en la que el anochecer

Se pierde entre la calle La Reina

Y alcanza la Rua de los Francos.

Eres parte de una escena

Que arranca en San Vicente

Camino del desconsuelo

Y de la angustia.

Eres la sangre que alimenta

 mi recuerdo,

voces bajo una mesa de nogal,

un cielo estrellado,

un instante que se repite.

Imploro tu perdón desde la agonía,

El óbito de tu hijo en el regazo,

no hay nada que te consuele

Ni nadie a quien pedir aliento.

No hay quien me consuele ya

Ni madrugada que compartir contigo.

Poetas Imprescindibles de verano

Para este mes de julio y agosto he elegido dos poetas completamente diferentes.
 Ramón Gómez de la Serna y sus maravillosas e inquietantes greguerías


y José Ángel Valente, el poeta del silencio.