miércoles, 27 de enero de 2016

Zamora es la ciudad tímida...



Zamora es la ciudad tímida que sorprende tras una muralla desdentada, arropada entre piedras románicas, que surge altiva cuando llega la Semana Santa, y parece esfumarse al llegar el invierno, tras una cortina de neblina.

Zamora es la ciudad donde juega el niño que fuimos, después de la escuela, correteando entre los rincones de la antigua Semuret, saltando a la rayuela, escondiéndose, riendo, dejando entre las piedras sonidos pretéritos.

Zamora es la ciudad que crece a trompicones, a la que volvemos los que nos fuimos, orgullosos, emocionados, ansiosos de reencontrarnos con las telarañas del pasado.

Nací, crecí y viví en Zamora, traspasé su dentellada y me mudé a otra ciudad, aun así la siento cuando regreso en sus momentos, en los momentos. De ella guardo muchos recuerdos en mi caja de galletas, olores, sonidos, silencios, sabores, tactos… y muchos juegan aún en el patio del colegio, al corro de la patata, alrededor de esa morera inmensa que alimentaba nuestras ilusiones.

Corría el año 75, el colegio al que iba era muy grande (tomo como referencia la estatura que tenia en aquel entonces), mi maestra, Doña Pilar, olía a naranjas desde la mañana. Algunos días sentía que podía volar, que las plastilinas eran el motor del mundo, de mi mundo.

La creatividad nace de un simple papel, al formarse una simple silueta, una bombilla, un triángulo, todo alimenta nuestra alma y la hace poderosamente rica.

Otros días, ansiaba llevar a papel las historias que mi cabeza creaba, mas solo tenía pinturas de cera, de colores y papel de seda. Y me siento afortunada al poseer en mis manos, aquellos primeros dibujos que hice ese año, llegando el día del Padre y el de la Madre, y que hoy día decoran la habitación de invitados.

Y pasado el tiempo, tras intentar que los sueños se hicieran realidad, estas líneas me permiten regresar a aquel pretérito escolar en la ciudad batallada, que luchó, y que no “se ganó en una hora”.



Si alguna vez sientes que escapé de ti, perdóname, no fue mi intención.

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