Si estuviera allí estaría escuchando
Sunrise de Nora Jones, la misma
canción que activó un mecanismo desconocido, mejor dicho, reconocido e
impulsivo que puso en funcionamiento toda mi inspiración.
Les explico: música + mar + Doradas + inspiración =
poemas y felicidad. Y si a eso le añadimos unos buceitos al caer el
sol la dicha se multiplica.
Imagino que a estas alturas de la
lectura algunos pensarán que soy una soñadora, quizá, puede que lo sea,
soñadora por querer disfrutar de lo bueno que la vida me ofrece, soñadora por
intentar verle el lado positivo a la vida, incluso extraerlo del lado oscuro de
esta, soñadora por salir a la calle con una sonrisa y sonreír, que parece que
cuesta.
Una de las cosas que más aprecié al
llegar allí, fue la sonrisa de la gente, y sí, esta te saludaba sin conocerte,
incluso, se me invitó a una boda sin casi conocerme, simplemente porque hubo
conexión, solo por eso, ¿lo recuerdas Sandra?. Y yo respondía, respondía bien,
me fui haciendo a su carácter, ese que el chicharrero tiene, amplio, generoso,
ese que es limpio, y fui abandonando el castellano que es más cerrado. Y me di
cuenta de que tenia más que ver con aquello que con esto.
En la tienda de Marta, comprando
cositas para la casa, me invitaron a la primera noche de San Juan, algo que
quiero repetir, porque fue mágica, inolvidable… y volvemos a las matemáticas:
música + Doradas + amigos + noche mágica frente al mar = deseos
que se cumplen y felicidad.
Y les confieso que desde que
aterrizo allí soy feliz hasta que me vuelvo, sin querer, porque la isla y mi
Puerto me lo han puesto siempre fácil, y yo me dejo querer por él.
Sunrise
Suena a sonrisa.
Sonrisa que ilumina
La tarde
Cuando el sol se
pone.
Sonrisa que amanece
La luna
Y detiene el
tiempo.
Sonríe mientras sunrise.
Hasta el próximo amanecer…
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