Ayer por
la tarde presenté en sociedad mi segunda novela, Fatto a mano. Decidí que fuera
en una cafetería a la que suelo ir a tomar mojitos y en la que me siento muy a
gusto, el Hernández y Fernández, aquí en Salamanca.
Fue un
rato muy agradable, lleno de detalles, sorpresas, un lirio, unas cervezas… pero
empezaré por el principio: llegué muy nerviosa, aunque mejor decir emocionada,
llevaba todo la mañana con las lágrimas a flor, estaba todo listo, tomé algo e
intenté relajarme arropada por la familia y por los amigos.
Esperamos
quince minutos y comenzó el acto, el editor comentó el diseño del libro, muy
apropiado por ser una novela de viajes, sus primeras impresiones cuando me
conoció allá por agosto; luego habló Aure, entró en terrenos más íntimos, más
relacionados con los 31 años de amistad que nos unen, más sobre la historia que
guarda la novela y que no se podía revelar. Y para concluir, hablé yo, tenía
visualizado el instante desde hacía mucho tiempo, quería que saliera bien, los
dos micros con los que abrir y cerrar mi discurso y el cómo, dónde y cuándo
nació Fatto a mano. Me sentí cómoda, me sentí feliz allí.
Hubo momentos
muy emotivos, pero lo que recordaré toda la vida es el detalle de Carmen y Quique que me trajeron dos Doradas, mi cerveza canaria, se me saltaron las
lágrimas, ¡cómo no! Faltaron algunos
amigos que estuvieron en mi pensamiento, y mi gente canaria… espero hacer una
presentación allí el próximo año.
Pd:
mientras escribo esto estoy escuchando el CD con la música de la novela, les
animo a que cuando la lean, ahora que ya muchos la tienen en sus manos lo
hagan.
GRACIAS
POR HABERME ACOMPAÑADO, SIEMPRE ES UN PLACER TENERLES CERCA.